Empoderada, ¿quien?

 Desde tiempos inmemorables, las mujeres nos hemos anulado para existir por los ojos de los hombres, en nombre del amor. Nos hemos vuelto invisibles, relegadas a lo recóndito de un hogar, para vestir, educar, alimentar, y velar por el "bienestar" de la familia. Las mujeres no hemos sido más que instrumentalizadas, utilizadas, mercantilizadas y desechadas. 

Con el tiempo las mujeres han adelantado su lucha, han hecho escuchar su voz, han sacado adelante proyectos que les han permitido ser reconocidas como personas en todo el sentido de la palabra, pero incluso hoy en día, tienen que seguir dando batallas para que su cuerpo sea su dominio, y de nadie más; para que nuestra propia humanidad y nuestra voluntad, no sea anulada con el objeto de perseguir un fin "más noble", como es el de sacarnos crías, cual animales, cual objetos.

A pesar de todo, en esta época todavía quieren imponernos nuestro valor desde lo estético y la vanidad. Es ridículo, por no decir vulgar, la cantidad de contenido que podemos encontrar en las redes sociales mercantilizandonos. Siguen relegándonos de lo público, dándonos un falso espacio de empoderamiento en el que podemos triunfar, ser empresarias, dueñas de nuestro "propio" imperio vendiendo vanidad, promoviendo lo superficial, abogando por un supuesto alto valor que no radica más que en nuestro físico y la validación que podamos recibir de hombres "exitosos". 

Nos han embelezado tanto, estamos tan ciegas que no nos damos cuenta que siguen - y seguimos- excluyéndonos de lo público, de los puestos de liderazgo, de la toma de decisiones. Son hombres los que se siguen sentando en las mesas tomando las decisiones importantes, mientras nosotras seguimos pensando qué cirugía necesitamos para agradar más al gaze masculino, apara sentirnos "mejor con nosotras mismas". Seguimos dejando a un lado nuestras metas, nuestras profesiones, nuestros dones, para desgastarnos diariamente en satisfacer nuestra necesidad de amor, de cariño, de comprensión por parte de nuestra pareja. Rompiéndonos la cabeza en todo lo bueno que podemos hacer por ellos para que sean mejores novios, esposos, empresarios, profesionales, padres... porque ellos mismos no son capaces de hacerlo. Seguimos poniéndonos en segundo plano, criando sus hijos, haciéndoles su comida, solucionando sus problemas domésticos. 

El falso empoderamiento nos seguirá permeando la cabeza, haciéndonos creer que tenemos libertad de decisión y que todo lo que hemos hecho es porque así NOSOTRAS lo decidimos. Pero cuando nos apartamos de lo socialmente, estéticamente y familiarmente esperado de nosotras, nos juzgan, nos llaman hostiles, egoístas, egocéntricas, amargadas, mandonas, creídas, ilusas. 

El mundo, el sistema nos necesita así, sumisas, distraídas, abnegadas, y mientras no lo queramos reconocer, así continuará por mucho tiempo. No dejes que nadie te diga que eres demasiado o muy poco para cualquier cosa, mucho menos un hombre. Haz tu proyecto de vida, el que llegue y te acompañe, perfecto; el que te quiera atollar, tíralo por la ventana.


Pensando un poco como los locos,


Yo.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Luto.

Carta a un amor perdido

No es amor