Luto.

Nunca en mi vida había tenido que pasar por la imperiosa necesidad de guardar luto. Digo, no es que nunca hubiera fallecido un familiar, sino que, no era lo suficientemente mayor como para entenderlo, ni tampoco lo suficientemente adulta como para que la sociedad me juzgara si no guardaba el "luto".

En cuanto a este tema, existen algunas normas sociales implícitas que decretan algunos tópicos, por ejemplo, que solo puedes vestir de negro y blanco, no puedes escuchar ningún tipo de música o siquiera tararear melodías. Salir a departir también está prohibido, o cualquier otra actividad que implique alguna clase de alegría.Tomarte fotos y subirlas a redes sociales tampoco está bien visto, ni mucho menos irse de viaje por placer.

Al principio no me parecían elocuentes la mayoría, pero después me di cuenta que algunas tienen su razón de ser, y que cada persona se identifica con algunas "normas" más que con otras, y les ayudan a sobrellevar su duelo; por ejemplo aprendí que el color negro reconforta en la tristeza, en mi caso me mantenía alejada de compromisos sociales y me daba el derecho de poder estar triste o amargada sin que nadie me reclamara por ello, además evitaba perder tiempo escogiendo como combinar las prendas, y terminaba sacando las mismas blusas de siempre con un jean. Pero después de unos meses, la "ropa de luto" se me acabó, así que decidí volver a usar mis prendas de colores, y de igual manera, me sentí relativamente reconfortada.

Después de esta experiencia comprendí que la mayoría de las cosas que te impone la sociedad para estar de luto no son más que eso: unas reglas invisibles, y que cada quien tiene derecho a vivirlo como se le da la gana. Así que no te latigues si te gusta escuchar música para recordar a esa persona que extrañas, o si aceptas seguir con tu vida a pesar de la pérdida. Entendí que no debes hacer nada porque te obligan, si realmente no te nace. Así como no debes hacer nada que no te nazca hacer, porque a veces pasa que uno no quiere salir, no se quiere enrumbar o no quiere poner música, NO por esa "imposición social", sino porque simplemente no te la gana, no sientes ánimos para hacerlo, y está bien sentirse así también.

Y es así como finalmente llego al objeto de este escrito, comprendí por fin, que el luto no son solo esas costumbres preestablecidas, no es aparentar estar triste las 24 horas del día, y no se lleva de la manera que la gente dice que se debe llevar. El luto no tiene horario, llega de repente y te golpea en la cara cuando menos te lo esperas: cuando estás en la parada de bus concentrada en la lista de tareas del día que mentalmente ya armaste; cuando vas conduciendo escuchando tu emisora favorita; cuando estás tomándote una cerveza y riendo con tus amigos; cuando estás estudiando en la biblioteca de la universidad; cuando miras al cielo azul, y ves las nubes blancas atravesadas por el sol; cuando ves una persona de su misma edad; cuando estás en la regadera cantando tu canción favorita; cuando te comes un plato delicioso; cuando estás viendo televisión... básicamente en cualquier lugar, en cualquier momento, sin aviso ni predisposición, sin nostalgia previa o remembranza, sin anhelos o pensamientos insistentes; sólo llega como una brisa que te sopla el cabello y te echa arena en la cara, y te deja un poco desubicado, con la vista empañada y lágrimas en los ojos. O tal vez no, a veces llega como un deja vú, silencioso y tranquilo, sólo tú lo sientes y quedas un poco consternado pero no es lo suficientemente alarmante para alterarte.

Recuerda que el duelo es tuyo, de nadie más. Los recuerdos son tuyos, y la manera de conmemorar a esa persona también la decides tú.

Crecer también son cosas que pasan.

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