Te dejo ir.

Hoy decidí que te dejo ir, decidí que te suelto y te libero de mí y de mi cariño; de mis desesperadas y angustiantes ganas por amarte y que me ames, de pretender que te quedes conmigo. Hoy, conscientemente, entendí que el amor es una de las pocas cosas en la vida que no se puede forzar, y que por más que he tratado de aferrarme a ti y arrastrarte a mi lado, no tiene ningún sentido si tú no quieres venir conmigo.

Ya lo pensé, ya me desahogué, ya medité y empaqué tus recuerdos en las maletas olvidadas de mi corazón y las tiré fuera de mi ser sin ningún arrepentimiento. Hoy me convencí de no mirar hacia atrás, y sí de seguir avanzando.

No voy a mentirte ni a decir que no me duele, todavía quedaba dentro de mí una pequeña llama encendida con tu nombre calentando mi frío corazón, pero de tanto intentar mantenerla encendida, se me agotó el combustible, y nunca llegaron tus refuerzos ni provisiones.

Nunca hubo intenciones, ni atenciones; no hubo ganas ni iniciativa. No hubo nada, solo silencios vacíos, distancia, soledad... Frío.

Hoy me voy, y me llevo todo conmigo. Te libero de mi carga, de mi existencia. Te dejo ir para que puedas ser lejos de mí, y encontrarme lejos de ti. Hoy te conviertes en uno más de mi pasado y te dejo archivado en las gavetas de mis recuerdos, donde nunca transito, ni vuelvo a mirar.

Empacando mi dignidad, yo.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Luto.

Carta a un amor perdido

No es amor